Bajo esta palabra inventada por mí, se esconden meteoros de una belleza asombrosa y una rareza variable. Quizás, el lector ya conozca muchos de ellos, otros, sin embargo, puede que le resulten cuanto menos extraños.
Lejos de las cotidianas lluvias y los molestos vientos de levante, animo al lector a que disfrute con estas maravillas de nuestro planeta Tierra.
Algunos, como los halos, quizás sean bastante conocidos. Detrás de otros, como el rayo verde, se esconden leyendas e, incluso, propiedades mágicas.
Halos
Relativamente frecuentes, suponen un verdadero juego atmosférico con la luz. En zonas frías, es frecuente que en zonas altas de la troposfera se encuentren pequeños cristales de hielo en suspensión. Cuando la luz incide sobre ellos, se produce un fenómeno de refracción, quedando desviada la trayectoria del rayo luminoso. Surgen así dos haces de luz, uno que no es desviado y otro que sigue un camino distinto al habitual. Como resultado de esto se originan los halos, tanto en torno al astro rey como a la luna.
En las zonas polares, es frecuente el fenómeno conocido como polvo de diamante.
Fuego de San Telmo
Este fenómeno meteorológico ha sido y sigue siendo el compañero de escaladores y marineros. Consiste en descargas eléctricas de color verdoso, de un aspecto un tanto fantasmagórico.
Sin embargo, no deja de ser algo fácilmente explicable.
La descomposición de la materia orgánica genera metano, el cual es emitido a la atmósfera. Sin embargo, los frecuentes fenómenos eléctricos que tienen lugar en ésta producen la ionización del metano, por lo que en lugar de destellos azulados o anaranjados podremos ver descargas de un color verde Frankestein.
Es frecuente que este fenómeno tenga lugar en los mástiles de los barcos, dado que al estar construidos con madera, ésta tiende a descomponerse emitiendo metano a la atmósfera. La elevada altura de los mástiles unida a la frecuencia de las tormentas y fenómenos eléctricos en alta mar propician la aparición de este fenómeno.
Cellisca
Las personas de zonas del norte seguramente que lo conocerán. Sin embargo, a los que somos del sur, este nombre nos deja indiferentes.
Sin ir más lejos, la cellisca es una niebla compuesta, no por pequeñas gotas de agua, sino por pequeñas partículas de hielo. Se debe a una bajada muy brusca de las temperaturas, lo que ocasiona la sublimación inversa del vapor de agua contenido en el aire. Por tanto, es lógico que suceda en zonas frías, en las que las bajadas de temperatura por la noche son muy acusadas.
Nubes irisiadas
Son de una belleza singular, produciéndose en todas aquellas nubes que se encuentran compuestas por cristales de hielo, como tal es el caso de los cirros o de las nubes iridiscentes de la mesosfera.
El fenómeno es bien sencillo: cuando la luz solar incide sobre estas nubes de hielo, los pequeños cristales helados actúan como prismas, descomponiendo la luz en los colores que la componen. Dan lugar así a colores espectaculares, dignos de un cuadro impresionista.
El rayo verde
Detrás de este fenómeno se esconde una leyenda, la cual afirma que si dos personas lo contemplan al mismo tiempo quedan enamoradas de por vida.
El rayo verde es un fenómeno meteorológico muy poco frecuente que se da en las puestas de sol, en el momento que este deja caer sobre la superficie sus últimos rayos. Se percibe como una luz de color verde intenso fantasmagórico que aparece sobre el horizonte.
Aunque parezca algo salido de un cuento de hadas, tiene una explicación científica razonable.
Los últimos rayos vertidos por el sol han de realizar un recorrido atmosférico muy tangente a la superficie terrestre. Esto ocasiona que la atmósfera actúe como filtro dejando pasar solamente a las radiaciones verdosas de la luz visible.
Real o no la leyenda, el fenómeno es muy difícil de ver, tanto que Julio Verne relata en su novela El Rayo Verde la búsqueda infructuosa de este mágico meteoro.
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