En entradas anteriores del blog he comentado el debate científico existente entre la teoría cuántica y la relatividad, las dos que dominan a día de hoy el panorama científico. La teoría de cuerdas se erigió como una posible alternativa que pretendía aunar a dos teorías irreconciliables. Sin embargo, la teoría de cuerdas, que ya hemos comentado aquí (véase La teoría de cuerdas: ¿el nuevo paradigma de la ciencia?) no es la única teoría unificadora que trata de explicar tanto el mundo macroscópico como el microscópico bajo una misma teoría. Existe otra, la que ya anuncio en el título de la entrada, que rivaliza con la teoría de cuerdas por conseguir la hegemonía en el ámbito científico: la gravedad cuántica de bucles. Sin embargo, uno de cada diez científicos se posicionan a favor de esta teoría, por lo que ha quedado a un lado como explicación para el universo.
La gravedad cuántica de bucles presenta grandes aciertos, de una magnitud asombrosa, pero también grandes lagunas, no por una incorrecta formulación matemática sino por su juventud, es decir, por no haber tenido tiempo de ser aplicada a ciertos campos como la física de partículas o la dinámica. La teoría data de 1986, formulada por un tal Ashetkar. Pese a su juventud, ha conseguido hallazgos asombrosos, que ni la mecánica cuántica ni la relatividad de Einstein hubieran conseguido jamás. La teoría ha sido capaz de explicarlo todo sin necesidad de singularidades espacio-temporales, es decir, es válida siempre, en todo momento y en todo lugar. No alimenta la fe de algunos ni el existencialismo de otros, explica lo que hay. No exagero, sus hallazgos son asombrosos. Uno de ellos se trata de la explicación de lo que se esconde tras el Big Bang, el otro, está relacionado con la posibilidad de viajar en el tiempo.
El éxito de la teoría radica en que supone que el espacio está constituido por partículas minúsculas con un tamaño del orden de 10 elevado a -35. Parece algo insignificante, pero la suposición del espacio como un mar de partículas ha sido el responsable de estos grandes hallazgos de los que hablaré a continuación.
Desde siempre hemos creído en el Big Bang, que ,aunque no demostrado del todo, nos ha expuesto un universo con un comienzo y un fin. Sin embargo, todos nos hemos preguntado alguna vez acerca de ese primer momento y del responsable de que ese huevo cósmico que todo lo originó del que hablaba Lemaître se encontrara ahí. La física relativista no es capaz de explicar esto, designándolo como una singularidad, es decir, un lugar en el que no son válidas las leyes de la física. La gravedad cuántica de bucles da una explicación al primer momento del universo y, en definitiva, de nuestras alegrías, penas, logros y sufrimientos. Las ecuaciones de la gravedad cuántica de bucles aplicadas a un modelo informático del universo desvelaron que jamás existió tal huevo cósmico del que habló Lemaître sino que el universo ha existido siempre. Lo que si se producen son expansiones y contracciones del universo, por lo que no es de extrañar que este sea uno de los muchos universos que han existido. El Big Bang si se produjo, aunque la nueva cosmología lo llama el Big Bounce o "gran rebote". Esta nueva concepción del universo, totalmente correcta desde el punto de vista físico y matemático, nos deja ante un universo cíclico, sin principio ni fin, en el que se suceden compresiones y expansiones. De hecho, esto era lo que pensaban los griegos, partidarios del tiempo cíclico, de la inexistencia de comienzo y fin. Si observamos la naturaleza todo es cíclico: el día y la noche, las estaciones, las glaciaciones, todo sigue una sucesión circular de acontecimientos. ¿Por qué el universo no iba a serlo también?
Quizás, el problema de nuestra concepción lineal ,inevitable por cierto, del universo sea consecuencia de la vida, una sucesión lineal de acontecimientos. La vida, esa anomalía física, ha impregnado el universo con sus visiones antropocéntricas.
Por otro lado, de la teoría de la relatividad de Einstein se deriva que es posible viajar en el tiempo, pero sólo al futuro, siendo todo intento de ir al pasado cuanto menos imposible. Sin embargo, la gravedad cuántica de bucles expone que el viaje al pasado es totalmente posible.
Parece que la ciencia jamás dejará de impresionarnos.